lunes, 10 de noviembre de 2008

RED

A mis lectores ( con certeza, sé que hay dos) agradecerles su interés, pero comunicarle que, probablemente, se clausure este blog en los próximos días. Supongo que os debo una explicación a todos aquellos que os habéis enganchado en estos días a Currer Earnshaw Belle, y desde luego, espero que entendáis este derroche de pretenciosidad.
Os dejo otra pequeña recomendación, pero mejor haced lo que queráis y pensad libremente, sin influencias de alguien con ínfulas de intelectual.



La sensibilidad es indispensable para el hombre, pero se vuelve temible desde el momento en que se considera un valor, un criterio de la verdad, la justificación de un comportamiento.
La sensibilidad que reemplaza al pensamiento racional se vuelve el fundamento mismo del no entendimiento y de la intolerancia: se vuelve, como dijo Carl Gustav Jung, la "superestructura de la brutalidad".


Un día creía que había encontrado la esencia de la felicidad en la célebre frase de San Agustín, " Ama a Dios y haz lo que quieras". Luego me di cuenta de que era terriblemente peligrosa.

La historia de la sociedad cristiana es una escuela milenaria de sensibilidad: Jesús en la cruz nos enseñó a adular el sufrimiento; la poesía caballeresca descubrió el amor; la familia burguesa nos hizo sentir la nostalgia del hogar; la demagogia política logró "sentimentalizar" la voluntad de poder. Toda esta larga historia ha modelado la riqueza, la fuerza y la belleza de nuestros sentimientos. Milan Kundera.

Me pregunto si, sin todas estas cosas, sin películas como RED, nuestra sensibilidad sería la misma.

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