lunes, 1 de diciembre de 2008

Let the Right One In



Creo que hay una película de James Bond que se titula, La espía que vino del frío...No es de la serie de 007, sino una novela de John LeCarre, y espía es masculino. Esto no tiene importancia. Era la nota graciosa, no tiene ninguna, para introducir la entrada de hoy, sobre cosas que vienen del frío. Concretamente del frío sueco.
Primero, he de confesar que me he pasado al best seller. El de la archivendida Los hombres que no amaban a las mujeres. La primera nota que tuve de ella fue por los que abogan por lo políticamente correcto. Su título original, que tampoco supone mucho en la traducción, es Los hombres que odiaban a las mujeres. Pero, ya se sabe....demasiado fuerte. Luego, leí un par de críticas buenas y ya veis, la estoy leyendo y me gusta. Luego está la triste historia del escritor. Pero, a mi, simplemente me gusta. No voy a decir nada bueno. De eso se encargan otros. Lo malo es lo de siempre: muy poco estilo, ninguna frase brillante y párrafos que se repiten cada veinte páginas para los lectores distraídos. Personajes estereotipados (otra hacker antisocial, el detective con éxito con las mujeres), repetición de esquemas clásicos , solos de guitarra en cuerdas (¿otra vez psicópatas obsesionados con la Biblia? ) mil veces tocadas y...Pero, el resultado es realmente agradable. El verbo embaucar es “embelesar a una persona simple”. En efecto, el no pequeño mérito de la novela de Stieg Larsson es que logra embelesar al lector (simple y complejo) para que consuma con gusto y entusiasmo el plato por él cocinado. Comida rápida que se engulle con placer. Hay mpntones de reseñas por internet, pero no merece la pena leerlas.

Lo segundo que llega del frío sueco es la película Let the Right One In. Los vampiros deben ser invitados para penetrar en nuestras casas, de ahí el titulo.




Y ahora,queridos lectores, disculpadme, pero necesito escribir esta postdata.


PD. Te dejo entrar, anónimo. Te he dejado penetrar en mi blog, y ahora una tarde fría de otoño, te dejo que entres en mi. No te follo, sólo te siento a través de tus palabras. La carne no roza la carne, y las bocas son sólo una. Siento dolor y placer. Aqui estoy, sentada delante de mi ordenador mirando webs; cansada y mirando por mirar.
Me has llamado. Abro mi correo.
Me bajo la cremallera del pantalón, entreabro las piernas y deslizo mi mano por encima de las bragas de algodón; sí, ese semi transparente que te dejaría ver mi sexo, pero tú no lo puedes ver. No estás.

Noto el calor por debajo de la ropa interior, así que necesito más, más contacto y deslizo mis dedos por debajo hasta llegar a los inicios de mi sexo; el cual está ardiente y húmedo por la excitación.
Me acaricio muy lentamente, con suma precisión y dedicación, como, quizá, lo harías tú. Separo y acaricio cada uno de sus rincones, quiero imaginarme que es tu boca quien se recrea en ello, lamiéndome lentamente.

Estoy sentada en una silla enfrente del ordenador, con los pies casi de puntillas debido a la gran excitación .
Abro más las piernas; tensando los músculos de los muslos una y otra vez; contaigo el trasero en espasmos casi involuntarios, deseando derramarme con mis habiles y juguetones dedos. No te imaginas lo que daría ahora por notar tu boca en la mía, y poder así luchar contra tu lengua; tenerte dentro y notar toda tu fuerza mientra me penetras.


He intentado desquitar mis ganas escondidas, tratando de ahogar mis deseos. Pero siguen ahí, todavía te siento y lamento tu ausencia.

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